Hoy, el segundo sábado de este 2020, quise darme una vuelta por aquí y ver uno de mis activos digitales más queridos que es este blog y que decidí no volverlo a actualizar. El 12 de septiembre de 2004, siendo aún estudiante de periodismo y como parte de mi investigación universitaria sobre el periodismo en la era digital, escribí el primer post que lucía así:
El ante título "Editorial" les revelará que hacíamos entonces internet pensando en los medios impresos. Hoy, 16 años y 4 meses después, ha corrido mucha agua por debajo del puente. Ahí escribí que una cosa era estar en la red y otra, ser en ella.
Esos fueron los comienzos de esta maravillosa aventura en la que conocí amigos entrañables como el gran Víctor Solano, con quien comenzamos a cruzarnos comentarios de post a post: él escribía algo en su memorable blog ¿Comunicación?, yo le comentaba algo. Y luego, yo escribía alguna cosa y él me correspondía con generosidad.
O como los ya extintos amigos de Equinoxio, un blog de varios estudiantes y profesores de la Universidad Nacional, que fue uno de los primeros colectivos blogueros en Colombia, con quien manteníamos un cordial colegaje y una sana competencia.
Estos nuditos de la red me llevaron a conocer también a quien considero hoy uno de mis grandes amigos: el gran Christian Pardo, quien para su época ocultaba su identidad bajo el nombre y ávatar de "Gatocpardo".
Así me invitó Cristian a la Generación Invisible |
Con Cristian y un formidable grupo de colegas más fundamos la Generación Invisible, un colectivo bloguero que llegó a ser reconocido aquí y más allá de las fronteras.
Fue tal la calidad y el compromiso de la Generación Invisible, que le mereció un Premio Nacional de Periodismo CPB en 2006. Un triunfo que nos enseñó a un grupo de jóvenes, que no superábamos los 25 años, que no hay éxito duradero sin la perseverancia suficiente.
Luego vino Twitter, que no es más que micro blogging. Luego las otras redes sociales y el blog, este y muchos más, se fue empolvando y llenando de telarañas. Hasta hoy, día en que con este breve viaje a la nostalgia, le doy su último post.
Esta decisión coincide con otra que tomé hace dos años: cerrar mi ciclo como periodista en los medios de comunicación. Un hecho que asumí desde entonces con amor y gratitud por lo aprendido, viajado, sufrido y gozado en el oficio más bello del mundo. Un oficio en el que siento que han sido suficientes las más de 10.000 horas empleadas en vivirlo, hasta sentir el atrevimiento de enseñarlo en algunas cátedras universitarias.
Este blog quedará abierto pero no volverá a ser actualizado. Quedará aquí el testimonio de esas jornadas de sucesos históricos que tuve el privilegio de contar con el teclado bajo mis manos y con mi voz y mi presencia ante las cámaras y los micrófonos.
Lean cuanto gusten, pero este es el punto final.