9/12/2016

Plebiscito: antes del Sí o el No, piense en los soldados de Colombia

Quizás uno de los episodios más bellos de la obra de Gabriel García Márquez es aquel en el que Macondo sufre una epidemia de insomnio, cuyo síntoma determinante era un olvido poderoso. Una pérdida de la memoria que llevó a los macondianos a marcar cada cosa del mundo con su nombre y su uso para que la gente supiera qué hacer con ella. Ahora pienso que, con esa ficción de maravilla, Gabo nos quería señalar dos asuntos cruciales de nuestra existencia: la importancia de la palabra escrita como base de la civilización y la necesidad de la memoria como pilar del futuro.

Luego, dice la novela, llegó Melquiades y con su magia puso las cosas en orden. Les devolvió la memoria y con ella, la realidad. Recordé este fragmento ante la andanada de argumentos que, con razón y a veces no tanta, aparecen para votar en contra de los acuerdos negociados entre el Gobierno y las Farc. Una de esas razones tiene que ver con las fuerzas militares.

El día que alias "Timochenko" ordenó a las Farc el cese de las hostilidades contra la fuerza pública y los ciudadanos, entrevisté al coronel retirado John Marulanda y lo primero que dijo, antes de cualquier análisis, es que el alto el fuego fariano era su derrota militar, ya que su objetivo, que era la toma del poder por las armas, había fracasado. Esa claudicación de la guerrilla es un triunfo de las Fuerzas Militares de Colombia y para ellas, todo el honor y la gloria.

Por eso me parece una paradoja de lo absurdo que quienes defienden el No tengan como caballito de batalla la defensa de las Fuerzas Militares. ¿Acaso no se dan cuenta que un voto contrario es precisamente un pésimo mensaje a los militares? Es decirles que todo el esfuerzo, la sangre y la vida que han entregado por la causa de esta guerra no es suficiente y entonces, hay que seguir quién sabe cuánto más en un conflicto que, al parecer, ya tiene candado.

Esta semana pude conversar con un joven de Putumayo, quien sirvió dentro del Ejército como enfermero de campaña. Su familia es de Puerto Asís, esta violencia absurda lo dejó huérfano y en medio de las dificultades, vio en la vida militar una opción para salir adelante. Pudo irse al lado ilegal, pero no. Su opción fueron las armas del Estado. "Estoy seguro que mucha gente que piensa votar por el No, jamás le ha tocado tirarse un colchón encima para que una esquirla no le pegue. O salir corriendo por una trocha porque están tirando tatucos. Mucha gente en Puerto Asís no quiere más esta guerra. Quieren que se acabe ya", me dijo este hombre, a quien quiero protegerle su identidad.

"Muchos que quieren votar por el No solo han visto la guerra por televisión. A mi las Farc me mató a mi papá, luego quisieron violar a mi mamá y la mataron, y a mi en el Ejército me pegaron un tiro en la pierna". No tengo nada más que comentar sobre las palabras de este hombre.

Por eso no se nos puede olvidar el sacrificio de los miles de soldados que han luchado esta guerra. La inteligencia dentro del Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y la Policía de Colombia, pensaron y ejecutaron golpes tan contundentes contra las Farc que los doblegaron hasta el punto de aceptar que la vía de las armas no tenía cabida para sus objetivos ideológicos. En este momento no tenemos un Melquiades que nos saque del olvido. Somos nosotros quienes tenemos prohibido olvidar todo lo que nuestra fuerza pública hizo por la paz de este país. El 2 de octubre tenemos una cita con la memoria.

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