8/04/2016

Plebiscito: antes del Sí o del No, hable con una víctima del conflicto

Quise en una reunión familiar lanzar la manzana de la discordia, a la mitad del salón, para medirle el pulso al tema que nos convocará en los próximos meses: el llamado plebiscito por la paz. Les pregunté a tíos y primos: y ustedes ¿van a votar por el Sí o por el No?

Mi padrino, un habitual votante del partido Conservador y quien en entre su oscuro record cuenta con un voto suyo por Andrés Pastrana, airado dijo que votaría por el No. Argumentó que las Farc por sus crímenes no merecían ocupar cargos públicos y, por el contrario, sus cabecillas deberían ser encarcelados para que "le respondieran a la sociedad". Su argumento es el de miles de colombianos, indignados por las dádivas que el gobierno de Juan Manuel Santos le ha entregado al grupo criminal durante las negociaciones en La Habana.

Entonces, tomó la palabra un tío mío, quien fue conductor de un bus intermunicipal que hacía la ruta entre Bogotá y los lugares más recónditos de los Llanos orientales. Dijo que votará por el Sí, para que de inmediato acabe la guerra. Acto seguido e invadido de un sentimiento de dolor, recordó que en uno de aquellos viajes kilómetricos tuvo que ser testigo de un atroz asesinato por gente que parecía de las Farc. Contó que los guerrilleros, con lista en mano, abordaron el vehículo y bajaron a dos personas a la fuerza. "Uno de ellos se aferró a la baranda del carro y hermano, le dieron un culatazo de fusil y luego le dispararon", dijo mi tío, ya con los ojos encharcados.

Entonces, recordé las múltiples veces que en mi labor periodística recogí esos relatos de dolor y muerte, y cómo las víctimas ante mi micrófono hablaban de cómo habían logrado superar ese duro trance. Y desde esas voces pude entender que si este país quiere la paz, requiere seguir la luz de las víctimas. Sólo ellos pueden decirnos si debemos perdonar a las Farc y ser generosos con esos otros colombianos que tomaron el camino de las armas para buscar los cambios que necesita la nación.

Se me vino a la mente la historia de Lucio Muñoz Meneses, un hombre ya entrado en los 47 años, caucano y a quien el mismo guerrillero de las Farc lo secuestró a él y asesinó a su padre. "Se necesita justicia, pero lo que uno no quiere es que los colombianos que no han vivido esto, lo tengan que vivir, pero para llegar allá se necesita también verdad y reparación", fue lo que me dijo Lucio cuando lo entrevisté hace cuatro años para el programa La Noche.


Pero también me acordé de Jairo Miranda, un joven enfermero de Puerto Asís, Putumayo, quien fue secuestrado hace 10 años y nunca su familia en ese tiempo ha recibido una prueba de supervivencia. Ojalá que uno de los actos que las Farc hagan para reconciliarse con los colombianos sea entregar a Jairo, así como dar a sus familias los restos de Luis Hernando Peña Bonilla y de Edgar Byron Murcia Canencio, quienes murieron encadenados en la selva durante años. "Que se acabe toda esta violencia, que esto sea una realidad", rezaba Ruth Suárez, la angustiada madre de Jairo.

Tanto Lucio Meneses como Ruth Miranda están dispuestos a perdonar. Ellos vieron de frente el horror de esta guerra que tantos buenos hijos, padres, hermanos y familiares nos ha costado. Antes de decidirse por el Sí o por el No en el plebiscito por venir, lo invito a que escuche a una víctima. Sobre sus lágrimas, debemos levantar el nuevo país que nos espera. Sobre su dolor, la esperanza de un país justo, con oportunidades para todos y con justicia. Entonces, ahí, decida cuál será su expresión en las urnas.

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