4/20/2013

El "matrimonio igualitario" sobre la balanza


La historia reciente del llamado "matrimonio igualitario" comenzó en 2007. Entonces, como reportero radial, cubrí el acalorado debate sobre los derechos civiles y patrimoniales para parejas del mismo sexo en el Congreso colombiano. Entonces, como ahora las iglesias cristianas y grupos conservadores, le metieron palos en la rueda a un proyecto de ley que es la piedra angular de lo que estamos viendo hoy.

El Congreso aprobó para las parejas del mismo sexo que si uno de los dos muere, el sobreviviente puede acceder a la pensión y a la herencia de bienes del fallecido. Las parejas pueden conformar sociedades patrimoniales y tienen beneficios en seguridad social, hechos todos que ratificó la Corte Constitucional.

Seis años después, en 2013, el Congreso debate sobre si este tipo de parejas pueden contraer una unión civil, con los mismos derechos y obligaciones del matrimonio entre un hombre y una mujer, que incluiría también que así puedan conformar una familia.

Estos son los temas de nuestro tiempo. La eutanasia, el aborto y el "matrimonio igualitario", entre otros, son las guías de un termómetro que sirve para medir qué tan progresistas son las sociedades. Una balanza que permite saber qué tanto peso tiene la ley construida y aceptada en democracia sobre los dogmas religiosos.

Colombia, por fortuna, es un Estado laico. Cada quien cree lo que quiere y si no quiere creer en nada, también tiene derecho a hacerlo. Por eso ofende que aquellos que gobiernan las instituciones públicas o tienen una representación política, actúen conforme a su interpretación de la fe, que a veces, es contraria al derecho.

Las uniones civiles entre parejas del mismo sexo no han escapado a las críticas por parte de esos defensores de la fe y las buenas costumbres que no van contra natura. Gentes como el senador Roberto Gerlein, que piensan que el "catre compartido por dos varones" conlleva a relaciones sexuales descritas por el congresista con detalles escatológicos. 

Ojalá sea el derecho, y no estas consideraciones de mal gusto, las que tengan en cuenta los senadores que esta semana asumirán el difícil debate. 

La mayoría en la cámara alta, que suma 51 senadores y conformada por las bancadas el Partido Conservador y el Partido de la U, ya anunció su rechazo al proyecto de ley y a la eventualidad de que las parejas del mismo sexo queden habilitadas para adoptar menores de edad, pero dejó abierta la posibilidad de crear la figura de la "unión civil solemne".

Si el proyecto es archivado, de todas formas las parejas del mismo sexo podrán legalizar ante notario sus uniones de hecho, pero sin el rótulo de "matrimonio", como lo estableció la Corte Constitucional.

Si eso sucede será una derrota y los activistas de la comunidad LGBTI saben que están por jugar en los próximos días el partido de su vida, por ponerlo en términos futboleros, pues con esta iniciativa tienen en sus manos una carta política importante.

A ellos quiero preguntarles sí, ¿el proyecto de "matrimonio igualitario" responde a su deseo genuino de casarse y reclamar sus derechos o busca consolidar el capital político propio y de unos terceros interesados como el senador Armando Benedetti?

Si la respuesta me la dan por el lado del "deseo genuino", los felicito. Hay muchos heterosexuales, hombres y mujeres, a quienes les espanta la idea del matrimonio. No es mi caso.

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