1/25/2013

En los ojos de Claudia Salguero

Volví a encontrarme, esta vez de forma virtual, con Claudia Salguero. La conocí hace unos cinco años cuando vino desde Canadá para promocionar el software para artistas digitales de una importante marca multinacional. La entrevisté en un café de la zona rosa de Bogotá para el desaparecido periódico La Hoja.

Desde entonces me impactó su obra que es la mezcla entre el realismo de la fotografía, la fantasía de la pintura y las inmensas posibilidades de las artes gráficas digitales. Debo reconocer que sus imágenes acompañaron mis fondos de escritorio en cuantos computadores y celulares que he usado desde que conocí su trabajo. Reconozco que me enamoré de su obra.

Hace unos meses encontré su perfil en Facebook y en Twitter y volvimos a entrar en contacto. Me contó que volverá a Colombia en la primera semana de febrero, con la intención de presentar su obra, concertar algunas exposiciones y cursos sobre su maravillosa técnica. 

También supe que cantaba boleros y otras canciones latinas con un grupo de jazz que ha sido aclamado en los café concert de Ottawa, ciudad donde Claudia vive y goza de un cálido reconocimiento.

Claudia concederá una charla sobre su obra y su técnica en Luvina Libros (Cra 5 No 26C-06) el miércoles 6 de febrero a las 6:30 p.m., a la que todos ustedes están invitados. No soy crítico de arte ni de nada, pero la obra de Claudia Salguero merece muchos otros calificativos. Quiero que la conozcan más y por eso los invito a leer el perfil que le escribí hace cinco años.

Del pincel al PC


Por Carlos Andrés Sanabria | La Hoja de Bogotá

Una bogotana radicada en Canadá metió en la misma olla pintura, fotografía y tecnología. El resultado: Imágenes cargadas de realidad y poesía con el color.

Para la bogotana Claudia Salguero las cosas no han cambiado desde su infancia. Frente a una pantalla, la del televisor, la niña esperaba un desaparecido programa de manualidades para ir buscándole formas a unos materiales, como le iba indicando la cajita mágica.

Ahora, la mujer, ante otra pantalla – un poco más sofisticada que la de hace 30 años -, plasma sus trazos como si fuera un lienzo, un papel o cualquier cosa donde se pueda pintar una raya y crea las obras con las que se ha hecho famosa en la ciudad canadiense de Ottawa, donde vive hace seis años.

Si nos atenemos a lo que dice el diploma, Claudia es diseñadora gráfica de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, pero ella prefiere denominarse artista, para reunir en una sola palabra su vocación por la pintura, la fotografía, el diseño, la escultura y hasta la música. “Desde que me conocen he hecho cosas con las manos. Siempre he sido muy inquieta”, dice.

Cuando terminó sus estudios, Claudia inició una exploración por el mundo de las artes gráficas. Comenzó como vendedora y luego se convirtió en productora de multi-imagen, un desaparecido formato audiovisual para hacer presentaciones dinámicas de un producto. Para ella, esa fue la época más feliz de su vida y donde descubrió su talento para combinarlo todo, en especial los colores.

Sin el difícil peso de la inmigración, y más cuando se es colombiano, Claudia llegó a Canadá en el 2001, acompañada de su familia. “Tuve la dicha de decir: ¿Qué es lo que quiero hacer?”. La respuesta fue la fotografía.

Entonces buscó entre miles de imágenes las mejores que su lente ha captado y con ellas debajo del brazo, se lanzó a la aventura de encontrar a alguien que creyera en su trabajo. “Al principio fue difícil porque en Canadá el mercado es muy diferente al de acá y además yo tenía un inglés muy básico”.

Habló con gente que no la conocía, envió correos electrónicos que decían “Nueva fotógrafa en Ottawa necesita orientación” a los ‘duros’ de las artes gráficas en Canadá y comenzó a visitar posibles clientes. Trabajó fuerte, y rápido encontró manos amigas e inició su taller de fotografía y diseño.

“Soy una artista de mente amplia y sin prejuicios”, con esa filosofía, Claudia metió en la misma olla pintura, fotografía y tecnología. La primera, su pasión por lo hecho a mano; la segunda, por su forma particular de ver el mundo; y la tercera, que le presentó una herramienta muy propia de este tiempo.

Con los homólogos digitales de un pincel, un lienzo y los oleos, esta bogotana de 41 años captura en un segundo la realidad y expresa en otros trazos su poesía del color. Eso se lo permite un software desarrollado por la compañía Corel Corporation. “Pintando digitalmente sobre mis fotografías, logro plasmar lo que mi sensibilidad percibe pero el lente de mi cámara no”, explica Claudia.

Y así, con lo que la mano le indica pero su ojo no ve, ella imprime obras de gran formato, imágenes llenas de fuerza, energía o sutileza. Todo depende si se enfrenta a un retrato o a un afiche para una ópera, con el impacto de la vida urbana o con la cadencia de una bailarina frente al espejo.

“Creo mis obras como si fueran para mi y cada una de ellas es una sorpresa porque cuando empiezo nunca se como van a terminar. Soy hiperpositiva y mis imágenes quieren decirle a la gente que este mundo tiene otra cara”.

Tanto talento la llevo a convertirse en una de las 30 Painter Master de Corel, un grupo selecto de artistas gráficos a nivel mundial que dan sugerencias a la compañía para mejorar las potencialidades de su software de diseño digital. También a ser la primera y la única artista patrocinada por Hewlett Packard.

Si lo suyo es o no arte, pues mucho de lo que crea pasa por el computador, a Claudia poco o nada le importa. Ella asegura que el proceso creativo y la inspiración hacen el mismo efecto si en la mano hay un mouse o un pincel. “Es tan subjetivo el arte, que cualquier cosa que se diga es respetable. Lo que pasa es que yo resolví usar el pincel que la tecnología me dio”.

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