Quien tiene un blog se las da de columnista o es frustrado en el oficio desagradecido de opinar. Prefiero la primera categoría. En realidad quiero serlo algún día, no sólo con este espacio periodístico, sino en las páginas de un prestigioso diario o revista.
Sí lo fuera, sería invitado de Néstor Morales a Hora 20 de Caracol, que dicho sea de paso, es el mejor espacio de información y opinión que tiene la radio colombiana.
Y sí todo eso fuera posible, diría en ese espacio que lo sucedido esta semana con los ex presidentes Andrés Pastrana y Ernesto Samper, se reduce al titular de este post.
La sal en la herida
La transacción política se ve sencilla, pero su historia no tanto. Aunque el nombramiento de Samper en la embajada en Francia o ante la UNESCO, venía sonando hace más de dos semanas, la molestia de Andrés Pastrana se produjo de forma paralela a la más reciente edición de la Revista Semana.
En su nota de portada, Semana destaca a Uribe como “un buen amigo” que “… se juega por quienes considera personas íntegras pero afectadas en su honra por lo que para él es una injusta satanización de la opinión pública”.
Esto, por supuesto, en su relación con Ernesto Samper y las razones por las que fue considerado como embajador en París. Su misión iba a ser impulsar el acuerdo humanitario.
Luego Pastrana llegó al país. Muchos pensaron que traía un “mandado” del Departamento de Estado, o que venía a prevenir al Presidente, tras las declaraciones del ministro del Interior, Sabas Pretelt, quien aseguró que aquellos “paras” desmovilizados que se ajustaran a la Ley de Justicia y Paz, gozarían de la suspensión del pedido de extradición por parte de Estados Unidos.
Del panorama fueron borradas estas causas de la intempestiva visita de Pastrana a la Casa de Nariño. En cambio, los periodistas comenzamos a manejar una versión borrosa de sus verdaderas intensiones ante Uribe.
A Pastrana no le gustó que Uribe pensara en Samper para ser embajador ante el Gobierno francés, por aquel problemita de número 8000. Mucho menos, que el Jefe de Estado le hubiera consultado esa decisión, ni las implicaciones de ese movimiento para las relaciones internacionales.
Entonces comenzó Cristo a padecer (No Julio Sánchez Cristo…). El primer tiempo del duelo Uribe – Pastrana comenzó en la mañana de este martes. Tras la primera reunión, el entonces Embajador en Washington parecía convencido de los argumentos conciliadores de Uribe.
Con seguridad el Presidente trató de llevar a Pastrana a la calma, con un argumento que desde el día de la reelección abandera Álvaro Uribe. El mandatario quiere unidad alrededor de su nombre.
Uribe se paró de la mesa de diálogo para ir a Panamá, con lo que dejó respirar a Pastrana. El ex presidente conservador consultó la propuesta de Uribe con sus más cercanos co-partidarios, entre ellos Camilo Gómez, Telesforo Pedraza, Juan Gabriel Uribe, y hasta con Nohora, los niños y su propia conciencia.
En la noche, Pastrana cambió los papeles y apareció en la Casa de Nariño convencido en dejar la Embajada, por lo que luego llamó ante los periodistas una “sin salida moral”.
“La comunidad internacional no entendería, ni el propio doctor Samper, que yo apoyara su nombramiento… El Presidente ha insistido en que me quede, pero estoy en una sin salida”, dijo Pastrana, tras su reunión con Uribe.
Entonces fue cuando Pastrana metió sal en la vieja, pero no curada herida de Samper con el proceso 8000. Él perdió la Embajada, pero aún no deja que su enconado rival político gane de nuevo dignidad pública.
A todas luces, el movimiento de Pastrana fue apolítico. Fue tanta su arrogancia ante los retos que le imponían una representación en Washington, su valiosa participación para sacar adelante el TLC y consolidar el Plan Colombia, que prefirió poner sus intereses personales y su “encoñamiento” por perjudicar a Samper, por encima del bien de la Nación.
Desde la tranquilidad veraniega que respira París por estos días, Samper respondió con el sarcasmo y desparpajo que lo caracterizan, luego de dar a conocer su carta de renuncia a la embajada en París.
“Lo curioso de esto, es que sin habérmelo propuesto le he hecho al país el aporte de haber sacado al doctor Pastrana de la Embajada de Washington, creo que le va a dar mucha tranquilidad a la relación de Colombia con EE.UU.”, dijo el ex presidente liberal en entrevista con el director de Noticias RCN, Alvaro García.
Así quedaron fuera del libreto los dos hombres sucios de esta historia: Pastrana, por su soberbia ante los objetivos que el Gobierno le había propuesto, y Samper, porque el país todavía duda sobre sus nexos con el narcotráfico, aunque la justicia los hubiera negado.
Las mujeres limpias
Bastaron pocos minutos para conocer los nombres de quienes ocuparían las vacantes dejadas por Samper y Pastrana. Uribe acertó con dos de tres.
Nombró embajadora en Washington a Carolina Barco, actual Ministra de Relaciones Exteriores, y que de lejos ha sido la mejor colaboradora del Gobierno durante el primer cuatrienio. Primera mujer limpia.
El hueco en la Cancillería fue tapado con la ex ministra de Cultura, María Consuelo Araujo. Una funcionaria joven y exitosa, que tiene muchos retos por delante en la gestión que asume. Segunda mujer limpia.
Y hubieran sido tres mujeres limpias, sí el Presidente no se hubiera asegurado escuchar de viva voz de María Angela Holgín su complacencia al asumir la embajada en Francia.
Según la propia embajadora ante la ONU, le dejaron un escueto mensaje en el buzón de su celular, diciéndole que dejaba Nueva York para ir a París.
Sobre los perdedores y los ganadores de toda esta novela de odios y rencores prefiero que opinen los lectores de Colombia Digital. Aunque no son muchos, siento que creen en mí como su columnista de cabecera.
Sí lo fuera, sería invitado de Néstor Morales a Hora 20 de Caracol, que dicho sea de paso, es el mejor espacio de información y opinión que tiene la radio colombiana.
Y sí todo eso fuera posible, diría en ese espacio que lo sucedido esta semana con los ex presidentes Andrés Pastrana y Ernesto Samper, se reduce al titular de este post.
La sal en la herida
La transacción política se ve sencilla, pero su historia no tanto. Aunque el nombramiento de Samper en la embajada en Francia o ante la UNESCO, venía sonando hace más de dos semanas, la molestia de Andrés Pastrana se produjo de forma paralela a la más reciente edición de la Revista Semana.
En su nota de portada, Semana destaca a Uribe como “un buen amigo” que “… se juega por quienes considera personas íntegras pero afectadas en su honra por lo que para él es una injusta satanización de la opinión pública”.
Esto, por supuesto, en su relación con Ernesto Samper y las razones por las que fue considerado como embajador en París. Su misión iba a ser impulsar el acuerdo humanitario.
Luego Pastrana llegó al país. Muchos pensaron que traía un “mandado” del Departamento de Estado, o que venía a prevenir al Presidente, tras las declaraciones del ministro del Interior, Sabas Pretelt, quien aseguró que aquellos “paras” desmovilizados que se ajustaran a la Ley de Justicia y Paz, gozarían de la suspensión del pedido de extradición por parte de Estados Unidos.
Del panorama fueron borradas estas causas de la intempestiva visita de Pastrana a la Casa de Nariño. En cambio, los periodistas comenzamos a manejar una versión borrosa de sus verdaderas intensiones ante Uribe.
A Pastrana no le gustó que Uribe pensara en Samper para ser embajador ante el Gobierno francés, por aquel problemita de número 8000. Mucho menos, que el Jefe de Estado le hubiera consultado esa decisión, ni las implicaciones de ese movimiento para las relaciones internacionales.
Entonces comenzó Cristo a padecer (No Julio Sánchez Cristo…). El primer tiempo del duelo Uribe – Pastrana comenzó en la mañana de este martes. Tras la primera reunión, el entonces Embajador en Washington parecía convencido de los argumentos conciliadores de Uribe.
Con seguridad el Presidente trató de llevar a Pastrana a la calma, con un argumento que desde el día de la reelección abandera Álvaro Uribe. El mandatario quiere unidad alrededor de su nombre.
Uribe se paró de la mesa de diálogo para ir a Panamá, con lo que dejó respirar a Pastrana. El ex presidente conservador consultó la propuesta de Uribe con sus más cercanos co-partidarios, entre ellos Camilo Gómez, Telesforo Pedraza, Juan Gabriel Uribe, y hasta con Nohora, los niños y su propia conciencia.
En la noche, Pastrana cambió los papeles y apareció en la Casa de Nariño convencido en dejar la Embajada, por lo que luego llamó ante los periodistas una “sin salida moral”.
“La comunidad internacional no entendería, ni el propio doctor Samper, que yo apoyara su nombramiento… El Presidente ha insistido en que me quede, pero estoy en una sin salida”, dijo Pastrana, tras su reunión con Uribe.
Entonces fue cuando Pastrana metió sal en la vieja, pero no curada herida de Samper con el proceso 8000. Él perdió la Embajada, pero aún no deja que su enconado rival político gane de nuevo dignidad pública.
A todas luces, el movimiento de Pastrana fue apolítico. Fue tanta su arrogancia ante los retos que le imponían una representación en Washington, su valiosa participación para sacar adelante el TLC y consolidar el Plan Colombia, que prefirió poner sus intereses personales y su “encoñamiento” por perjudicar a Samper, por encima del bien de la Nación.
Desde la tranquilidad veraniega que respira París por estos días, Samper respondió con el sarcasmo y desparpajo que lo caracterizan, luego de dar a conocer su carta de renuncia a la embajada en París.
“Lo curioso de esto, es que sin habérmelo propuesto le he hecho al país el aporte de haber sacado al doctor Pastrana de la Embajada de Washington, creo que le va a dar mucha tranquilidad a la relación de Colombia con EE.UU.”, dijo el ex presidente liberal en entrevista con el director de Noticias RCN, Alvaro García.
Así quedaron fuera del libreto los dos hombres sucios de esta historia: Pastrana, por su soberbia ante los objetivos que el Gobierno le había propuesto, y Samper, porque el país todavía duda sobre sus nexos con el narcotráfico, aunque la justicia los hubiera negado.
Las mujeres limpias
Bastaron pocos minutos para conocer los nombres de quienes ocuparían las vacantes dejadas por Samper y Pastrana. Uribe acertó con dos de tres.
Nombró embajadora en Washington a Carolina Barco, actual Ministra de Relaciones Exteriores, y que de lejos ha sido la mejor colaboradora del Gobierno durante el primer cuatrienio. Primera mujer limpia.
El hueco en la Cancillería fue tapado con la ex ministra de Cultura, María Consuelo Araujo. Una funcionaria joven y exitosa, que tiene muchos retos por delante en la gestión que asume. Segunda mujer limpia.
Y hubieran sido tres mujeres limpias, sí el Presidente no se hubiera asegurado escuchar de viva voz de María Angela Holgín su complacencia al asumir la embajada en Francia.
Según la propia embajadora ante la ONU, le dejaron un escueto mensaje en el buzón de su celular, diciéndole que dejaba Nueva York para ir a París.
Sobre los perdedores y los ganadores de toda esta novela de odios y rencores prefiero que opinen los lectores de Colombia Digital. Aunque no son muchos, siento que creen en mí como su columnista de cabecera.
4 comentarios:
Excelente resumen y buen titular, Carlos. Definitivamente no se puede comparar al par de ex presidentes con rulos con Carolina Barco, la mejor ministra de esta administración, y la muñecota María Consuelo Araújo (cuyos únicos defectos son el hermano y ser uribista).
Ojalá te pases por acá, porque el escándalo ha servido para poner de relieve el trato de quinta que recibe nuestra diplomacia. Un saludo.
Me recomendó tu columna Julián Ortega. Muy buena, aunque te sugeriría algo: mas cortico, menos carreta.
http://www.equinoxio.org/category/estancias/entrega-inmediata/
Llegué a tu página por esas cosas de los enlaces que existen en la web. Sobre tu columna, sólo te digo que esas son las cosas que se ven en la política tradicional de nuestro país. Además, considero que tanto Samper como Pastrana no pueden tomar el juego de la dignidad más cuando ellos han sido los dos últimos presidentes más impopulares que ha tenido el país. ¿para qué sirven los ex presidentes? ya quedó comprobado. Para nada.
Enjoyed a lot! »
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